Fuente: Diario Sur de Málaga.(link)
Fuente: Diario Sur de Málaga.(link)
El Perchel no es hoy una aproximación de lo que fue. En pie todavía algunas de sus antiguas casas y calles como las de Ancha del Carmen, Peregrinos, Angosta del Carmen, Huerto de la Madera, Eslava, Salitre o Cuarteles, se echan de menos antiguas algarabías, rumores y músicas urbanas que nos recuerdan la antigua plaza de Ortigosa o de San Pedro y Mamely, de las calles Esquilache, Cerezuela, Istúriz, Matadero Viejo, La Puente, Zúñiga, San Jacinto, Santa Rosa, Cerrojo, Huerta del Obispo, etc. En las que un abigarrado y concurrido friso humano hecho a todas las vicisitudes y carestías aprendió que ser perchelero lo era a costa de la propia persona, pues defender tal peculiaridad ciudadana de origen acarreaba no pocas dificultades para integrarse en la población intramuros.
Esta es la razón por la cual las gentes del Perchel, más tarde ocurriría lo mismo con las de la Trinidad, a medida que ambos barrios acabaran por unirse a través del «Llano», tuvieron que desarrollar un sistema de vida siempre a la defensiva en relación con los ciudadanos abrigados por las murallas árabes.Precisamente si Cervantes menciona los Percheles en su «Don Quijote», es por la circunstancia de que ya en el siglo XV era la zona de un muestrario tipológico de la picaresca másque un retablo diseñado por convencionalistas usos urbanos.
En el Perchel se tejió la vieja institución del chulo de barrio, del amo de la calle o del «guapo», sin cuyo consentimiento difícilmente se podía realizar ninguna iniciativa particular o colectiva.
Fuentes:
http://www.malagahistoria.com/malagahistoria/barrios/perchel.html
En Málaga se denomina así, La Coracha, a un antiguo barrio de esta ciudad, situado al lado sur de la vieja alcazaba, colindante con ella, donde forma como un bastión frente al mar, al borde mismo de lo que hubo de ser el antiguo puerto árabe y a lo largo de su playa. Planos de hace más de un siglo señalan un muro que desde ese lugar bajaba a la orilla del mar.
Las obras posteriores para la construcción del actual puerto de Málaga, que convirtieron la antigua playa en la gran explanada donde se asienta hoy el parque, han alejado definitivamente del mar a esta antigua coracha. Con respecto a este puerto, la construcción del Muelle Viejo no comienzá hasta el siglo XVI, aunque pudo haber intentos olvidados, por parte de los moros, como indica Corominas, recogiendo las palabras de al-Himyari (1461, pero fundado en un original de h. 1300) que habla del antiguo puerto de Málaga edificado a lo largo de un muelle de mampostería construido por los Antiguos. El muelle penetra en las dos dársenas naturales del puerto de Málaga: está construido en bloques de piedra semejantes a picos de montaña.
Eduardo Huelin Reissig inició sus actividades industriales azucareras en el territorio de Huelin, tras varias campañas en las que se presentaron inoportunas heladas y la reforma arancelaria coincidente con las mismas —además de la competencia exterior—, la industria disminuyó ingresos de manera alarmante. La situación sorprendió al industrial cuando ya había levantado en el llamado «barrio del Palodú» las quinientas viviendas que ocupan sus obreros y familiares. Estamos en 1870 y las casas, sin ser generosas de espacios interiores, sí disponen del mínimo imprescindible para que en ellas puedan habitar familias que, de otro modo, hubieran carecido de cobijo. Cada una de ellas dispone de sala, dormitorio, alcoba principal y cocina; así mismo, tienen reducido patio que algunas familias convierten con el tiempo en jardín, la mayoría en lavadero y las más prácticas en criadero de gallinas o cebadero de cerdos.
El poblado se organiza con todos los servicios imprescindibles para hacer más grata y fácil la vida de las familias obreras que las ocupan. Hay, además, capilla, escuela, dispensario médico, tiendas de comestibles, carnicería, panadería, barbería, estanco y el inevitable almacén de vinos a granel.
Cuando el poblado comienza a funcionar —es la primera experiencia de viviendas obreras que en Málaga se produce—, uno de los más conocidos, cualificados e influyentes periodistas de la época, Nicolás Muñoz Cerisola, escribe en los periódicos de entonces un largo alegato en favor del ya edificado proyecto de viviendas sociales del señor Huelin: «Por nuestra parte, creemos que el señor Huelin ha hecho con su barrio un bien inapreciable a la clase trabajadora de Málaga y que su conducta desinteresada merece los más espontáneos elogios y las mayores alabanzas». Con estas palabras y otras muchas que ocuparon una serie de artículos periodísticos en los que el citado escritor intentaba poner como modelo el barrio de Huelin se saludó en su momento el nacimiento del primer poblado obrerista de la ciudad. La conclusión era inequívoca:
«Resumiendo pues las ideas emitidas en los anteriores artículos diremos: Que hoy más que nunca es indispensable mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, que como primera y principal mejora deben establecerse los barrios obreros; que hoy creemos difícil que esto pueda realizarse por medio del poderoso elemento de las sociedades cooperativas; que este defecto pudiera remediarse por los capitalistas y fabricantes unidos en asociación, convirtiendo sus barrios, previas las mejoras indispensables, en barrios de propiedad de los obreros, tomando por modelo la sociedad de Mulhouse; que para llegar a este fin anhelado, tenemos grandes inconvenietes; que la generosidad de los llamados en Málaga barrios obreros carecen en absoluto de las condiciones generales y particulares que deben caracterizar a estas construcciones; y por último, que el único barrio que por sus cualidades puede aceptarse como conveniente a la salud y a los intereses de las clases trabajadoras es el Barrio de Huelin, superior por muchos conceptos como antes hemos dicho no sólo a los de Málaga, sino a los barrios extranjeros».
El desarrollo del barrio de Huelin a partir del primer decenio del presente siglo XX, según la experiencia de todos conocida, inarmónico y fuera de todo control urbanístico. Y lo fue precisamente a causa de que el territorio compartía suelo rústico y urbano y no estaban muy claros los límites de uno y otro. La industria invade la zona en progresivos aluviones, de manera que las casas que se van construyendo emergen en un paisaje que al verdor de la caña de azúcar y la ocasional blancura de sus sembrados algodoneros lucen chimeneas de numerosas instalaciones de fundición de hierro, molienda de harinas, labores textiles, producción de fertilizantes y fabricación de tabacos. Frecuentemente, y a merced de la dirección del viento, las ropas que se orean en los tendederos domésticos se impregnan del «colorao» del óxido rojo…
Para el decenio de los años veinte, y aunque la memoria de los Huelin fundadores ya está lejana, el barrio confirma su nombre al instalar el Ayuntamiento un rótulo en cerámica verde que explicita: Barrio Obrero de Huelin. En realidad, bastantes de sus antiguos vecinos lo llaman «Barrio de las Fatigas», en clara alusión al destino de muchos de sus moradores y las difíciles condiciones en que sus existencias se desarrollaron siempre.
Para dicha época el barrio se extendía desde la Estación de Andaluces hacia la carretera de Cádiz hasta el límite de los Portales de Gómez, y desde el palacio Bevan hacia el camino de la Misericordia por las calles Ayala y La Hoz.
De las industrias que se instalaron en el barrio a partir de 1915 destacó por su importancia la de Lapeira, verdadera notabilidad en el campo industrial y arquitectónico por las singularidades técnicas de sus procesos fabriles y la originalidad y categoría de su edificio, cuyo diseño, proyecto y obra estuvieron a cargo de Fernando Guerrero Strachan. Los Lapeira levantaron su fábrica en calle Góngora, pero sus fachadas laterales, a dos calles, recorrían las actuales Héroe Sostoa y Ayala, quedando entre los cuerpos principales del edificio una enorme nave, patio de operaciones, almacenes y oficinas.
En 1917, cuando los hermanos Lapeira Rodríguez, Nicolás y Adolfo, deciden separarse, el primero se dedicó al cultivo, comercialización y exportación de la pasa de Campanillas, y el segundo, con sus hijos Adolfo, Antonio y José Lapeira Meliveo, cuarta y quinta generación de los del mismo apellido en Málaga, deciden instalar la nueva fábrica en el sector indicado.
La fábrica de Lapeira se dedicaba a la elaboración de envases litografiados. Su nombre, Sociedad A. Lapeira Metalgraf Española, llega a suministrar envases a importantísimas marcas cuyos productos viajaban por todo el mundo. En la memoria de muchos vecinos de Huelin todavía debe estar presente el pavoroso incendio que se declaró en sus instalaciones en 1946 y que, iniciado en la sección de embalajes, la destruyó prácticamente entera y fue necesario levantarla de nuevo.
– Diario Sur
Poco queda ya de Peñarrubia. Ni siquiera el embalse que sepultó el pueblo hace más de 30 años. Primero fueron las excavadoras, después el agua y ahora la sequía. La falta de lluvias ha obligado a cerrar las compuertas del pantano y el agua se ha ido secando poco a poco.
Si en 1995, cuando la última sequía grave, afloraron los restos del cementerio del pueblo, ahora, una década después, el nivel del embalse sólo llega a un 13 por ciento y pueden verse incluso los puentes que en los años 70 constituían parte del pueblo de Peñarrubia. De momento, el pantano de Peñarrubia está casi seco. Un hilo de agua recuerda por qué aquel pueblo de 1.800 habitantes tuvo que ser desalojado en 1971. “Nada más salir la gente se metieron las máquinas excavadoras y acabaron con las casas del pueblo, para que nadie pudiera volver”.
Poco queda de él, ya que sólo se mantiene en pie el puente que cruzaba el río Guadalteba por la carretera hacia la localidad de Ardales. Peñarrubia no era un pueblo precisamente pequeño. Tenía ayuntamiento propio y cuartel de la Guardia Civil. Metido en una hondonada de la comarca del Guadalteba, sus vecinos vivían allí casi de paso. Los rumores de la llegada del pantano se acrecentaban desde hacía 20 años, aunque los vecinos no terminaban de creerlo. “A principios de los años 70, justo antes de anegar el pueblo, las circunstancias eran casi tercermundistas. Nadie hacía obras de mejora en las casas ni en las calles y cuando llegó el pantano de verdad había mucha gente que quería irse, sobre todo los jóvenes. Pero los mayores del pueblo estaban muy apegados a su tierra. ”
Algunos esperaron hasta última hora, incluso se escondieron para quedarse y la Guardia Civil tuvo que darles un aviso porque subía el agua. Había gente que no había salido nunca de allí y la despedida fue muy dura”. Después, las excavadoras sólo dejaron en pie el cuartel de la Guardia Civil y el colegio para que la entonces Confederación Hidrográfica del Sur los utilizara. Además, el campanario de la Iglesia resistió a los años por encima de las aguas del pantano, hasta que hubo que tirarlo.
Embalses de Guadalteba y Guadalhorce
La creciente necesidad de incrementar la capacidad de regulación, derivada: – de la concesión al Ayuntamiento de Málaga de un caudal continuo para abastecimiento – y de la aprobación, en 1961, del Plan de Riegos del Guadalhorce, lleva a un estudio de aprovechamiento integral de los recursos del Guadalhorce y sus afluentes, estudio que ya incluía un anteproyecto de embalse en los ríos Guadalhorce y Guadalteba, formado por una presa de hormigón poco más abajo de la confluencia de estos dos ríos. Se desecha nuevamente el emplazamiento en el Tajo de los Gaitanes por los problemas que planteaba la inundación de las presas y centrales de Gaitanejo y del Conde de Guadalhorce y los de una variante de ferrocarril más larga y difícil, además de por temor al posible comportamiento permeable de las calizas de la cerrada.
Los estudios y reconocimientos geológicos realizados en la cerrada prevista mostraron que el terreno de cimentación soportaría difícilmente la carga de una presa de hormigón; por otra parte la topografía de la cerrada no admitía la mayor extensión que ocupa una presa de materiales sueltos. Se optó por la solución de construir dos presas gemelas de materiales sueltos, una en cada río, pocos metros más arriba de su confluencia, que, con aguas altas, formaban un solo embalse. En la primavera de 1966 empezaron las obras. Las primeras excavaciones revelaron que el terreno de cimentación era mucho más problemático de lo que habían mostrado los estudios previos a la redacción del Proyecto, lo que obligó a una sustancial modificación del mismo. La presa de Guadalteba empezó a embalsar en octubre de 1971 y la de Guadalhorce en junio de 1973. Al mismo tiempo que el de la Presa se redacta el Proyecto de variante del ferrocarril en el tramo inundado por el embalse del Guadalhorce. Tiene 12.6 km de longitud, de los cuales 8.3 se desarrollan en cuatro túneles.
Esta variante entró en servicio en enero de 1972. Se construyeron, a su vez, tres variantes para los tramos de carretera inundados por el embalse (dos locales y uno comarcal). Estas nuevas variantes tienen una longitud total de 28 km. Finalmente decir que fue necesario desalojar y trasladar a la población del pueblo de Peñarrubia y su barriada de la estación de f. c. de Gobantes, que quedaban inundados por el embalse. Información facilitada por la Agencia Andaluza del Agua. Cuenca Mediterránea Andaluza. Consejería de Medio Ambiente.
enlaces de interés y fuentes:
http://www.gaitanes.es/pagina.asp?cod=180&idioma=esp
Agradecimientos:
Félix González.